La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por convulsiones recurrentes, que son episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar una parte del cuerpo o todo el cuerpo y en ocasiones se acompañan de pérdida de conciencia y control de la función intestinal.
Las convulsiones se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales que pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.
Las personas con epilepsia suelen padecer más problemas físicos (tales como fracturas y hematomas derivados de traumatismos relacionados con las convulsiones) y mayores tasas de trastornos psicosociales, entre ellos ansiedad y depresión. Del mismo modo, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general.
La epilepsia no es contagiosa. Hay múltiples causas que pueden provocarla; desde enfermedades, lesiones cerebrales y desarrollo cerebral anormal. Sin embargo, en muchos casos se desconoce la causa que la produce. Entre las causas más comunes destacan:
El tratamiento para la epilepsia consiste en tomar medicinas, cambiar el estilo de vida e, incluso, la cirugía en algunas ocasiones, dependiendo de lo que esté causando las convulsiones.